La misma sociedad que no te
enseña jamás a nutrirte ni a comer de manera conveniente pretende después
ayudar a que adelgaces convenientemente. Es curioso hasta la saciedad que la
misma sociedad que te vende productos que son capaces de doblar el peso de en
niño en pocos meses con las grasas animales con que se fabrican esos productos,
no sean capaz de organizar dentro del proceso educativo una materia que brinde
al alumno la posibilidad de saber todo lo que precisa para una alimentación
saludable.
Esa misma sociedad, por el contrario, sí que admite y promueve y
potencia un adelgazamiento a base de dietas de toda índole y que sólo resultan
ser a la postre un engaño o la manera que pocos saben enriquecerse como
siempre, con el mal de la pobre educación en lo más importante para nuestro
organismo.
El mito del adelgazamiento rápido y saludable, lo llamaríamos y que vende a lo
largo y ancho de mundo una infinidad de ediciones de libros dietéticos “naturales”
escritos por “terapeutas naturalísticos” y vende, a la par, otra recua de
infinidad de alimentos afines a la dieta distintiva.
Si lees algunos de esos
libros con afán de adelgazar de una manera pronta te das de bruces con la
depuración de la mañana: una serie de bebedizos brujeriles y alquímicos que
coadyuvan a alcanzar el límite de la perfección de las chicas de pasarela. El
limón sólo en la mañana con una cantidad de agua o la mezcla de limón con apio
y ajo y algún que otro escondido ingrediente secreto, disuelven la grasa corporal
sin necesidad de más nada en nuestra dieta ni en nuestra vida activa. El caso
es muy triste porque si da la casualidad de que el obeso o yo nos pesamos en la
mañana y vemos una disminución en los kilos de la báscula, pensamos que ya que
hemos descendido en el peso no está de más ni de menos celebrarlo con una buena
dosis de grasas trans.
Entonces le da un vistazo a la dieta y le obliga a comer
básicamente proteínas, sin ir más allá de Dunkan, y que deje en el olvido del
ser los hidratos de carbono y que éstos, sean sustituidos por una especie de
pan sin pan que se denomina cloud bread, nube, para dar la impresión de ligero,
que es soso, y que puede ser rellenado de cualquier cosa porque no posee calorías.
Claro si algo no aporta calorías rellenémoslo de cualquier cosa, porque seguirá
sin aportar calorías. Así piensa quien quiere adelgazar. Sustitutivos para las
comidas y sáltese algunas, con la esperanza que al no ingerir calorías se
disminuya el peso. Sin tener en cuenta, por supuesto, que el cuerpo propio en
su sutil sabiduría generará ansiedad protocolaria que nos impele a comer sin
glamour.
He ahí el momento de la barrita sustitutiva, del bebedizo sustitutivo,
y que no generará kilos en nuestro organismo. Lo malo es que todo este
apocalipsis nutricional viene amparado por la etiqueta de saludable y se pone a
la venta con el preceptivo “científicamente avalado” y nadie sospecha del
engaño y aunque se tenga la sospecha de que no es así, los beneficios que reporta
y el prestigio social son suficientes para mantener un dúctil silencio.
La pregunta es, ¿no sería
mucho mejor aportar el beneficio educativo en la propia escuela para que todos
aprendan a comer nutritivamente y de manera saludable y no tener que añadir el
término saludable según propia definición de quien escribe, a la palabra dieta en
la sabiduría de que no hay dieta saludable?
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