domingo, 24 de abril de 2016

Reflexión sobre el tema y la escuela

De todo lo visto en esta parte cuarta, me gustaría apreciar tres temas que me encantaría trabajar en las clases.
Con respecto al tema de las enfermedades, de largo hay tres que nos afectan en la actualidad porque las poseen nuestros alumnos. Una de ellas es gravosa, se trata de la obesidad. Los mismos centros tienen en ellos cafeterías que venden fundamentalmente toda clase de chucherías y snacks con grasas trans y por supuestos, todos esos azucarados qués filosóficos, que no son sino una manera de recolectar calorías y grasas que aumentarán nuestro peso. No estaría de mas trabajar con los alumnos las etiquetas de esos productos para que vean realmente lo que introducen en su interior y, a la vez, sean capaces, con diversos ejercicios de reflexión de entender el concepto saludable. Con los ejercicios de temas anteriores, donde el alumno buscaba fundamentalmente una dieta saludable ese concepto debió quedar claro.
La segunda enfermedad es la anorexia (y la bulimia) Sobre todo es una reflexión para las clases de psicología, donde prácticamente salen relejadas y se estudian como enfermedades nerviosas que transtornan la conducta. Por eso, no sólo hablar de ellas desde un punto de vita teórico, sino y sobre todo, como una posibilidad en la que podemos caer todos y cómo podemos evitarla. Es indudable la necesidad de un grupo  varios de trabajo, dependiendo de nuestras clases.
Y como hemos hablado de la obesidad es normal que hablemos del mito de la dieta rápida, cómo convertirse en el campeón de la pasarela en un abrir y cerrar de obturación de cámara. Podemos incluso integrar este tema con la bulimia y la anorexia ya que una necesidad nerviosa de adelgazamiento pueden conducirnos a esa bulimia indeseable. Que los alumnos vean los resultados de la dieta Dunkkan famosa con el aumento del colesterol denominado malo por la ingesta excesiva de proteínas o que sucede cuando una persona no introduce hidratos, También permitirles que vean el engaño de los terapeutas naturópatas y sus mejunjes matutinos o saturnales.

¿Adelgazamiento saludable?

La misma sociedad que no te enseña jamás a nutrirte ni a comer de manera conveniente pretende después ayudar a que adelgaces convenientemente. Es curioso hasta la saciedad que la misma sociedad que te vende productos que son capaces de doblar el peso de en niño en pocos meses con las grasas animales con que se fabrican esos productos, no sean capaz de organizar dentro del proceso educativo una materia que brinde al alumno la posibilidad de saber todo lo que precisa para una alimentación saludable. 
Esa misma sociedad, por el contrario, sí que admite y promueve y potencia un adelgazamiento a base de dietas de toda índole y que sólo resultan ser a la postre un engaño o la manera que pocos saben enriquecerse como siempre, con el mal de la pobre educación en lo más importante para nuestro organismo. 
El mito del adelgazamiento rápido y saludable, lo llamaríamos y que vende a lo largo y ancho de mundo una infinidad de ediciones de libros dietéticos “naturales” escritos por “terapeutas naturalísticos” y vende, a la par, otra recua de infinidad de alimentos afines a la dieta distintiva.
Si lees algunos de esos libros con afán de adelgazar de una manera pronta te das de bruces con la depuración de la mañana: una serie de bebedizos brujeriles y alquímicos que coadyuvan a alcanzar el límite de la perfección de las chicas de pasarela. El limón sólo en la mañana con una cantidad de agua o la mezcla de limón con apio y ajo y algún que otro escondido ingrediente secreto, disuelven la grasa corporal sin necesidad de más nada en nuestra dieta ni en nuestra vida activa. El caso es muy triste porque si da la casualidad de que el obeso o yo nos pesamos en la mañana y vemos una disminución en los kilos de la báscula, pensamos que ya que hemos descendido en el peso no está de más ni de menos celebrarlo con una buena dosis de grasas trans.
Entonces le da un vistazo a la dieta y le obliga a comer básicamente proteínas, sin ir más allá de Dunkan, y que deje en el olvido del ser los hidratos de carbono y que éstos, sean sustituidos por una especie de pan sin pan que se denomina cloud bread, nube, para dar la impresión de ligero, que es soso, y que puede ser rellenado de cualquier cosa porque no posee calorías. Claro si algo no aporta calorías rellenémoslo de cualquier cosa, porque seguirá sin aportar calorías. Así piensa quien quiere adelgazar. Sustitutivos para las comidas y sáltese algunas, con la esperanza que al no ingerir calorías se disminuya el peso. Sin tener en cuenta, por supuesto, que el cuerpo propio en su sutil sabiduría generará ansiedad protocolaria que nos impele a comer sin glamour.
He ahí el momento de la barrita sustitutiva, del bebedizo sustitutivo, y que no generará kilos en nuestro organismo. Lo malo es que todo este apocalipsis nutricional viene amparado por la etiqueta de saludable y se pone a la venta con el preceptivo “científicamente avalado” y nadie sospecha del engaño y aunque se tenga la sospecha de que no es así, los beneficios que reporta y el prestigio social son suficientes para mantener un dúctil silencio.

La pregunta es, ¿no sería mucho mejor aportar el beneficio educativo en la propia escuela para que todos aprendan a comer nutritivamente y de manera saludable y no tener que añadir el término saludable según propia definición de quien escribe, a la palabra dieta en la sabiduría de que no hay dieta saludable?

lunes, 18 de abril de 2016

Qué hay de comer en el comedor.

Mirando a la imagen del menú y a la guía perseo al mismo tiempo, observamos que cumple la norma de un menú saludable.
Un primer pato que se denomina en el menú "Arroz a la milanesa", que guarda relación con un primer plato de Arroz, Pasta, patatas, legumbre o maíz. Un arroz a la Milanesa que según descubrimos en la receta establecida lleva arroz, calabacín, tomate, salchichas o jamón en trozos, parmesano rallado.
Un segundo plato de carne, pescado o huevos, y en este caso es merluza en salsa y que lleva además, una guarnición de zanahorias.
Un postre, que en este caso es una pera
Pan y agua.
Es evidente que mirando de nuevo a a fotografía del menú, entra pánico. Lo siento. El teendor esta apoyado sobre el hueco recipendente del arroz a la milanesa, como la garra de Freddy Kruger. A mí me echaría haca atrás. Pero es que el arroz a la milanesa parece una pasta de  granos de arroz donde sólo se observa la mancha aguada de una rojez de tomate,y si nos dicen obtenida mediante técnicas de tintado novedoso, lo creemos. No se aprecia el jamón en trozos ni la salchicha, salvo que se oculte bajo ese montón de arroz.
El pescado es un trozo blanco que nada en un líquido que bien pudiera ser una salsa o bien una agua que ha desleído el aceite y se ha mezclado con el mismo. La zanahoria sí que está ahí, visible, como si fuera el alimento principal.
La pera llama la atención, tiene buena pinta.
Lo tétrico es el servicio en una bandeja de acero inoxidable, que me ha recordado de inmediato a las consultas médicas, allí donde reposa la jeringuilla y el escalpelo. Nos ha recordado asépticamente  al quirófano médico donde reina la limpieza más pulcra y a lejía.
Es indudable que se pueden mejorar muchas cosas aquí. En primer lugar, los propios menús, conservando la originalidad de la receta y dejando que se vean los trozos de jamón o de salchicha, el calabacín y hasta las pieles del tomate. La salsa de la merluza y puestos ya, el servicio en platos que recuerden más a la casa hogar del niño que al hospital donde puede finalizar con una indigestión de zanahorias.

Educación y estilo de vida activo

Comer conlleva una gran responsabilidad, quizá aseveraría con malsana benevolencia el tío vivo de Parker, el que luego será Spiderman, en la vida de los arácnidos, que es la única que puede asumir sin presumir. Este tercer tema de este curso que desarrollamos ha querido incidir en esta gran responsabilidad al trasladar la comida al comedor escolar, ese lugar en el que celebran su vida culinaria todos aquellos que parecen llevados de la gula de la repetición y los castigados entre los docentes a permanecer en el mismo mirando como comen esos comensales solitarios, viajantes de los libros. Pero cuán alejados viven de la realidad quien así piense, pues en el comedor se pesa y mide con racionalidad de bienestar todo lo que se come y lo que se bebe. No hay menú que se deje a la improvisación del chef del jazz que olvidó la receta. Cada caloría se pondrá en su sitio, como si comer fuese un tetris al que se juega a cada momento. Cada pieza en su sitio.
Ante esto no nos cabe si no actuar en el aula, sobre todo en primero de la ESO por ejemplo, y en valores éticos, permitiendo a los alumnos descubrir cómo se realiza un menú que contenga las calorías justas para su mantenimiento, y cómo, a menú seguido, se realiza un cena complementaria. Quizá, el entretenimiento de las clases estas vendrá a los alumnos cuando cada día confeccione el menú del día siguiente, almuerzo y cena.
Y sin permitirles bajar la guardia, les hacemos participes de la necesidad de complementar esa ingesta calórica con una digestión a fuer de buena marcha o en el subir y más en el descender escaleras. Así el alumno preparará su día de ingesta y desenvolvimiento en la vida activa cada día y en el día antes.